Hola, Fede:

 

Pero ¿cómo te fuiste sin avisar? Si hubiera sabido de tu marcha, te hubiera dado un abrazo mucho más largo la última vez que te vi, y ahora resulta que tú tampoco sabías nada de esta fecha que nos pilló a todos desprevenidos. ¡Qué prisas!

Nosotros, que seguíamos contando contigo y con tus fotos, con tus carteles y reportajes, nos hemos quedado un poco huérfanos de todo eso y de ti, de tu alegre presencia y de tu paciencia, y sobre todo de tu bondad, esa bondad que conformaba toda tu persona.

 

Kdo amigo, siento muchísimo tu marcha, pero ya hablaremos. Y no dejes de mirar hacia abajo que, Pilar, tus hijos y todos tus nietos, propios y adquiridos, y todos nosotros, estaremos mirando hacia arriba y podremos hacernos un guiño de saludo.

 

Hasta siempre

 

Mª José.