Conferencia pronunciada por D. Vicente Miralles en la Sala de Conferencias del Ministerio de Fomento, el 22 de enero de 2015, con motivo del 160 Aniversario de la Telegrafía Eléctrica en España.

 

 

En la conferencia 160 años de la Telegrafía Eléctrica en España, voy a tratar de hacer un recorrido rápido sobre este extenso periodo de tiempo, resaltando algunos aspectos de la aportación del Cuerpo de Telégrafos a la técnica que está hoy universalmente presente en la que se viene llamando Sociedad de la Información y Comunicaciones o del Conocimiento.

 

En fecha reciente hemos conmemorado el Centenario de la Escuela Superior de Telegrafía creada en 1913. Este fué un hito trascendental en la historia del Cuerpo de Telégrafos, y de las Telecomunicaciones españolas. Esta creación, que daba entrada a los estudios superiores, era la culminación de los anhelos y esfuerzos de incontables generaciones de telegrafistas, que desde los mismos inicios de la telegrafía eléctrica supieron ver el inmenso porvenir que se abria al desarrollo de la electricidad y a sus aportaciones a la Telegrafía.

 

A lo largo de los años los telegrafistas se ocuparon de elevar su nivel científico mediante Academias del Cuerpo, con estudios y exámenes de ampliación, la edición de libros, revistas y manuales sobre la ciencia eléctrica, en general y la telegrafía, en particular. También participaron en exposiciones y congresos nacionales e interncionales.

 

La segunda mitad del siglo XIX recoge los nombres de Hácar, Ravina, Bonnet, Galante, Pérez Blanca, Pérez Santano, Suarez Saavedra y muchos más, que siguiendo las directrices que el Brigadier Mathé, primer Director General del Cuerpo, les había imbuido desde el principio a sus colaboradores, estudiaron, implementaron, e investigaron una técnica que, como él mismo reconocía, « rompía las limitaciones del tiempo y del espacio » y tenía un inconmesurable porvenir.

Los telegrafistas, que se inciaron con el aparato Wheatstone de dos agujas en la línea experimental Madrid-Zaragoza-Irún incorporaron ya en 1857 el sistema morse, al que seguirían en 1876 el aparato Hughes en 1906 el Baudot, y poco después los aparatos rápidos de Siemens y Creed, que permitían hacer frente al incesante crecimiento del tráfico.

 

Lamentablemente, la telefonía, aparecida en 1876 y experimentada sobre los conductores telegráficos, aunque regulada por los políticos, que no apreciaron inicialmente su trascendencia, dado su caracter urbano inicialmente urbano, no fue atribuida al Cuerpo de Telégrafos como monopolio estatal. Se otorgó el establecimiento de la telefonía a la iniciativa privada, lo que se tradujo en un desarrollo lento e irregular que limitó su extensión y posibilidades a pesar de los repetidos intentos del Cuerpo de Telégrafos por incluirla en sus responsabilidades con caracter nacional.

 

La aparición de la radio a principios del siglo XX interesó a Telégrafos que ya en 1899 había realizado ensayos en colaboración con el Ejército, y en 1905 estableció un enlace entre La Coruña y Ferrol para el « Diario Ferrolano ». En esos primeros años del siglo Telégrafos estudió la posibilidad de comunicar por radio los archipiélagos Balear y Canario y con las posesiones africanas como alternativa a los cables submarinos que sufrían frecuentes averías.

 

Pero fué el compromiso adquirido por el Estado español de expedir los títulos oficiales de radiotelegrafista, adoptado internacionalmente tras la catástrofe del Titanic en 1912 el que impulsó la creación de la Escuela General de Telegrafía, dando respuesta a los avances técnicos en la Telecomunicación e introduciendo los estudios superiores. La inauguración de la nueva Escuela tuvo lugar el 20 de octubre de 1913 en el palacio de Moctezuma, en la calle Echegaray. Previamente se había seleccionado al profesorado entre jefes y oficiales de Telégrafos que ostentaban títulos de licenciados en Ciencias o Ingenieros. Fueron nombrados siete profesores numerarios y cuatro profesores auxiliares, entre los numerosos solicitantes, lo que revelaba el elevado nivel científico de muchas personas del Cuerpo.

 

Aunque fueron 76 las solicitudes iniciales para cursar estudios superiores, solo empezaron el primer curso 26 aspirantes. El plan de estudios era dificil y además, muchos alumnos tenian que compatibilizarlo con el trabajo en Telégrafos, o cubrirse el servicio o solicitar excedencia. No era infrecuente salir de guardia a las 4 ó 5 de la madrugada para presentarse en la Escuela, pocas horas después. Hubo que reconocer que aquello representaba un esfuerzo sobrehumano, que comprometía la salud de los alumnos, y en la modificación del reglamento de la Escuela de 1915, se dispuso la creación de un máximo de 10 plazas pensionadas para rebajar de servicio a los mejores alumnos.

 

La primera promoción que cursó los cinco semestres establecidos finalizó sus estudios en 1917. Sus integrantes fueron designados Jefes de Línea en diversas poblaciones, ya que no existía previsión presupuestaria para su adecuada remuneración. Esta promoción fue la que redactó el Proyecto de Telefonía Nacional auspiciado por el Director General Francos Rodríguez. Este Director pretendía extender el teléfono a todos los municipios españoles. El proyecto no llegó a realizarse por vicisitudes políticas, ya que la inversión de 67 millones que suponía la creación del Instituto Nacional de Telefonía no parecía abordable.(En la imagen Luis Alcaraz de Otaola, primer Ingeniero de Telecomunicación).

 

Sólo hubo tres promociones entre 1913 y 1920. Esta Escuela General de Telegrafía, que seguía formando a los radiotelegrafistas, al personal técnico y auxiliar de explotación telegráfico, dió un paso definitvo con la promulgasión del Real Decreto de 22 de abril de 1920, impulsado por el entonces Director de la Escuela D. Ignacio González Martí , prestigioso catedrático de Física de la Universidad Central, que fue « rescatado » para la dirección de la Escuela en 1919.

 

El Decreto de 1920, que tenía el propósito de « colocar a los telegrafistas españoles a la altura de los que en otros países ostentan títulos análogos y capacitar a sus poseedores para estudiar, plantear y resolver los más arduos problemas de la Telecomunicación », cambió el nombre de la Escuela por Escuela Oficial de Telegrafía y estableció un nuevo plan de estudios superiores de cuatro años, cuyos egresados recibirían el título de Ingeniero de Telecomunicación. Las clases se iniciaron en 1921 con seis alumnos pensionados que terminaron en 1925.

 

En 1924 el gobierno del general Primo de Rivera otorgó la explotación del servicio telefónico nacional a la Compañía Teléfonica Nacional de España, lo que propició en los años siguientes el éxodo de numerosos telegrafístas y parte de los recientes ingenieros a la nueva Compañía, ya que tenía mejores remuneraciones y ofrecía atractivas perspectivas de promoción a los nuevos técnicos y operadores. También la introducción de la radiodifusión comercial en 1924 y la creación de fábricas de material telefónico de Standard Eléctrica S.A. en Maliaño y Madrid, abrieron nuevas oportunidades a los telegrafistas e ingenieros, por lo que la Dirección General de Correos y Telégrafos hubo de restringir durante algún tiempo la concesión de licencias a sus funcionarios.

 

Estas circunstancias contribuyeron a que en 1930 se reorganizara la Escuela, que a partir de entonces se llamó Escuela Oficial de Telecomunicación y permitió el acceso libre a sus estudios superiores a nacionales y extranjeros, como lo hacían las restantes ingenierías.

En el otoño se 1936 la Escuela se trasladó a Valencia, al hacerlo el gobierno de la República, y en 1937 a Barcelona, aunque los estudios quedaron interrumpidos a causa de la Guerra Civil.

 

En 1940, dañado el palacete de Ferraz durante la contienda, la actividad se reanudó en el edificio de la calle de Torrijos (llamada después Conde de Peñalver) que se había construido para los Talleres Generales de Telégrafos. La insuficiencia de estos locales provisionales originó que en 1942 se dispusiera la construcción de un nuevo edificio de seis plantas, en el solar contiguo, de 900 metros cuadrados de superficie. La nueva Escuela, que mejoraba grandemente las posibilidades, aunque el Director nombrado en 1943 José María Ríos Purón la considerara insuficiente para el conjunto de las enseñanzas e investigaciones a realizar en el futuro, se inauguró en 1955 coincidiendo con el primer centenario de la telegrafía eléctrica en España.

 

En los primeros años 50, cuando todavía coincidían los morses para pequeñas poblaciones y los baudots y teleimpresores en comunicaciones interprovinciales, se acometió la transformación de las líneas aéreas principales para la utilización de sistemas de portadoras de alta frecuencia de 1 a 3 canales telefónicos, empezando por las relaciones internacionales con Francia y Portugal. Todo ello permitió establecer el servicio Télex en 1954 y posteriormente en 1964 el Servicio Géntex de conmutación automática para telegramas, que suprimía escalas nacionales e internacionales.

 

En 1957 los estudios de Ingenieros y Ayudantes de Telecomunicación pasaron al Ministerio de Educación Nacional junto con las demás Escuelas Especiales de Ingeniería. Así pues, el edificio de Conde de Peñalver quedaba en teoría sólo para la Escuela Oficial de Telecomunicación. Sin embargo, la Escuela de Ingenieros Superiores no se inauguró hasta 1965 con nuevas y amplias instalaciones en la Ciudad Universitaria, y la Escuela Universitaria de Ingenieros Técnicos de Telecomunicación, tras algunos periplos, se instaló en 1972 en el Campus Sur de la Universidad Politécnica de Madrid, en la zona de Vallecas.

 

Como puede verse, Telégrafos siempre estuvo atento a las innovaciones tecnológicas, y así en 1961 se abrió el servicio de telefotografía entre Madrid y Barcelona, aunque con escaso éxito. En 1980 se introdujo el telefacsimil y la conmutación de mensajes, y en 1983 el Burofax nacional e internacional, y algo después los enlaces por satélite mediante un trasnspondedor alquilado a HISPASAT. (En la imagen Central Automática Telex deMadrid 1950).

 

Aunque el Cuerpo de Telégrafos desapareció con ese nombre al producirse la fusión con Correos en 1978, los servicios telegráficos han seguido cubriendo las necesidades de las autoridades y el público con nuevos procedimiento y modalidades.

 

El correo electrónico o los SMS representan hoy la moderna telegrafía de dimensión universal, dejando a la telegrafía convencional un papel residual aunque relevante.

 

Es cierto que el Cuerpo de Telégrafos ya no existe hoy en día, salvo en el recuerdo de los que tuvimos el honor de integrarlo y servirlo. Pero, su herencia está muy viva en las técnicas, carreras y profesiones que alumbró en su día y que fueron la semilla germinada y multiplicada durante muchas décadas de la actual Sociedad de la Información y el Conocimiento.

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