En la reciente Jornada Los Telegrafistas y el Arte, que tuvo lugar en Madrid, el pasado 12 de febrero, se celebró un homenaje al primer presidente de nuestra asociación, Sebastián Olivé Roig, en la que hubo intervenciones de los asistentes recordando su figura. Recogemos aquí la aportación de María José Martínez.
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En recuerdo de nuestro querido amigo Sebastián Olivé
Hace unos años, le comenté a nuestro amigo mi deseo de escribir un libro sobre los telegrafistas.
Mi idea era empezar la historia, cuando los telegrafistas se instalaron en el Palacio de Comunicaciones, o sea en enero de 1922, y acabarla en julio de 1936, haciendo una historia novelada sobre la época y sus protagonistas. A él le pareció una buena idea y prometió ayudarme pero, por desgracia para todos, falleció poco después.
Yo aún tenía entre manos otro libro, pero en cuanto pude, empecé a recopilar datos sobre la época asistiendo a conferencias, consultando muchas notas y muchos libros, y recabando diversos datos en los archivos militares. También asistí a las clases de Historia Contemporánea en la UCM y, por supuesto, me dejé guiar por la excelente obra que él mismo había hecho sobre el Telégrafo.
Desde aquí quiero darle las gracias por su enorme ayuda que, durante estos siete años y a través de su obra, ha hecho que lo haya tenido tan presente.
Hoy lo recordamos todos juntos y de nuevo vamos a tener en nuestras manos otra obra suya, una obra que alargará su presencia entre nosotros.
Pero su legado es mucho más grande. No sólo fueron sus escritos y sus innumerables apuntes sobre la época, sino el valor que daba a la amistad, su compromiso con la Asociación, su sabia medida de las cosas, suidea de la justicia y lo justo de sus palabras. Por suerte, su generosidad ha sido ejemplo para muchos compañeros y amigos que para llevar adelante mi libro y, faltando él, no han dudado en ayudarme.
Ojalá que su espíritu siga inspirándonos.
Muchas gracias por todo, querido amigo.