Jorge Rueda y sus contemporáneos en la RSF.

Homenaje a un fotógrafo visionario

(Del 7 de junio al 30 de julio de 2012)

La Real Sociedad Fotográfica se presenta en el marco del Festival Internacional de Fotografía PhotoEespaña 2012 con un sentido homenaje, tras su fallecimiento, a Jorge Rueda. Se trata de uno de sus socios históricos, por lo que la muestra cuenta con sus trabajos originales así como con los de sus contemporáneos, pertenecientes todos ellos a los fondos de nuestra fototeca, con alguna aportación de colecciones privadas.

Con esta exposición volvemos a poner en valor el trabajo de nuestros socios, en esta ocasión, mostrando el trabajo de uno de los fotógrafos más transgresores, iconoclastas e irrepetibles del panorama fotográfico español, junto a otros de sus colegas de generación tan conocidos como Elías Dolcet, Alberto Schommer, Miguel Oriola, Pablo y Luis Pérez Mínguez, Joan Fontcuberta, Jose Mª Ribas i Prous,Antonio Tabernero, Salvador Obiols, Paco Roux, Ouka Lele oRafael Navarro.

Se trata, con nuestra propuesta, de situar la mirada en lo que sucedía en la década de los 70/80 en la fotografía española y por ende en la Real Sociedad Fotográfica. Esa época enla que Jorge Rueda era uno de nuestros miembros más activos, formando parte dela Junta Directiva dela asociación. Su participación como vocal de ediciones no carece de importancia ya que el nacimiento dela revista Nueva Lente, de la que fue arte y parte durante un tiempo junto con sus creadores, Carlos Serrano y Pablo Pérez-Mínguez, vino a cristalizar, de algún modo, las ansias de cambio que estaba demandando la sociedad en aquel momento.

No puede afirmarse, sin embargo, quela Real Sociedad Fotográfica compartiera por completo las propuestas de Nueva Lente pero, como indican Ana Martín y Manuel Muñoz, estudiosos de la historia de la agrupación madrileña, la mayoría de los nombres mencionados más arriba, se formaron en sus tertulias y obtuvieron reconocimiento en sus concursos lo que influyó, definitivamente, en su proyección nacional.

Y es que los concursos o salones fotográficos, desde siempre, y también en los años 70 y 80, cristalizaban las ansias y deseos de los jóvenes fotógrafos de esa época por dar a conocer sus propuestas. Y, aunque el propio fotógrafo era muy crítico con la fórmula de los mismos, cuestionando más que el concurso en sí mismo el que los jurados favorecieran un determinado estilo fotográfico, fue ganador en la XIV edición del Salón Nacional de Fotografía que organizola Real Sociedad Fotográfica en 1970.

Y no sólo eso. Como bien explica Enric Mirá en su estudio sobre la vanguardia fotográfica de los años 70 en España, a falta de otra infraestructura, el concurso se convierte en la plataforma a través de la cual la crítica, personificada en el jurado, instaura una determinada estética y legitima los niveles de artisticidad de lo fotográfico.

Además del concursante y el jurado, el tercer elemento del sistema lo componían los organizadores de los concursos que, continúa Mirá, a raíz del boom concursístico de los años 70 surgen por todas partes. Sin embargo, es en los concursos organizados por las agrupaciones fotográficas donde los fotógrafos perciben que el prestigio de su conquista es mayor.

Todos estos cambios se hacen manifiestos ya en el número 0 dela revista Nueva Lente desde la que sus creadores se erigen en iniciadores de transformaciones. De hecho, afirman desde sus primeras páginas que su programa, independientemente de otras pretensiones más ambiciosas, consiste en propiciar una renovación de forma “concreta, honesta, rigurosa y clara”.

Esta necesidad y estos primeros pasos en este sentido dieron como consecuencia un aire nuevo de cambio generacional en el que se inició un movimiento contracultural que, en el contexto de la transición política española en Madrid, trajo consigo algo tan genuino y único como La Movida.

Uno de los lemas que propugnaba Nueva Lente era “Vale todo”. Y tal afirmación caló tan hondo entre sus seguidores que numerosos fotógrafos partían del arte conceptual y se centraban en su potencial artístico, independientemente de las técnicas empleadas.

Hasta tal punto influyó este modo de pensar en la fotografía que, como recordaba el propio Pablo Pérez Mínguez en la revista, algunos llegaron a decir que los responsables de Nueva Lente eran unos pintores, unos artistas que querían “cargarse” la fotografía.

Volviendo a Jorge Rueda, la impronta que nos transmite en sus imágenes es merecedora de un interés instantáneo, que produce un auténtico shock en el espectador en la búsqueda del sentido de lo que está contemplando.

Anticipado a su tiempo, con una coherencia argumental fuera de toda duda y un compromiso social arriesgado en una época en la que la censura cercenaba determinadas licencias, el fotógrafo apostaba por un humor ácido y vitriólico, mostrando unos personajes trazados por el pincel de su llamado realismo fantástico, que no surrealismo.

Él mismo, a través de sus ideas, de sus textos y acciones, con ese verbo rápido e intrincado en el que se mostraba como un iletrado, era el mejor de sus personajes como podemos ver, a modo de ejemplo, en el texto de presentación de su magnífico libro Mal de Ojo.

Su inquietud le llevó a compaginar su labor de fotógrafo con otros muchos proyectos. Trabajó como reportero gráfico parala revista Triunfo, colaboró con el mundo editorial fundandola revista Aquí Imagen, participó en proyectos editoriales internacionales como Haitier, Ruedo Ibérico o Panorama y fue muy notorio su trabajo como comisario en los conocidos y prestigiosos Encuentros Internacionales de Arlés.

En varias ocasiones dirigió los Encuentros Fotográficos en Andalucía (FOTOPLIN), fue copartícipe en los inicios del proyecto Imagina, desarrollado en el ámbito de su tierra natal que, posteriormente, junto con Manuel Falces daría lugar al Centro Andaluz de la Fotografía (C.A.F).

A todo lo anterior hay que añadir su faceta de maestro, reconocida por muchos fotógrafos, a los que formó a través de talleres, cursos, escritos y diversos libros.

El nombre de Jorge Rueda quedará ya en el rincón de los olvidados por el Premio Nacional de Fotografía, junto a tantos otros. Quizá no haya sido su momento; quizá su rebeldía transgresora y ácida no fuera del agrado de los jurados. Quién sabe. Desde nuestra modestia y desde nuestro agradecimiento planteamos ahora este particular homenaje al fotógrafo con esta exposición.

Y, aunque uno de sus últimos deseos fuera la destrucción de todos los archivos fotográficos de su propiedad, lo contravenimos en el convencimiento de que debemos mostrar su trabajo y compartirlo ya que, como el propio Jorge Rueda escribió una vez, “si uno no sigue, todo sigue sin uno”.

Enrique Sanz Ramírez

Presidente de la Real Sociedad Fotográfica