Por José Manuel Grandela Durán.
Delegado 2º Curso. 3ª Promoción de Radiotelegrafistas (1965). Escuela Oficial de Telecomunicaciones.Miembro Asociación Amigos del Telégrafo de España.
Como cierre a los actos programados para la celebración de las Bodas Oro de los Radiotelegrafistas y después de un dilatado ciclo de recuerdos, acudí con un compañero a visitar el Museo Postal y Telegráfico, donde nos atendió con su gentileza habitual la Directora María Victoria Crespo, quien nos condujo personalmente por las luminosas salas plagadas de historia, hasta encontrarnos con los mismos aparatos accionados por cuerda, con los que aprendimos Morse cincuenta y tres años atrás en la Escuela Oficial de Telecomunicación.
Pudimos comprobar que a pesar de nuestra edad, seguíamos transmitiendo con toda soltura y buen juego de muñeca. Al menos en ese aspecto el tiempo no ha pasado para nosotros
Mi compañero José María Sáez tuvo la gentileza de donar al Museo su vibroplex (manipulador semi automático), gesto de un significado muy especial, ya que ese ingenio le había acompañado durante más de mil singladuras, comunicando con tierra firme desde un sinnúmero de mares y océanos.
Y allí quedaron juntos y expuestos los dos manipuladores: el vetusto de bronce, robusto y pausado, y el moderno cromado, galopante sin brida de puntos y rayas. Y nosotros, humildes Radiotelegrafistas, nos alejamos mirando con morriña a aquellos dos añorados artilugios, protagonistas del alfa y el omega de nuestra vida profesional de medio siglo corrido.