Reproducimos aquí el artículo de nuestro compañero Máximo Velado, publicado en el último número de la revista de la Asociación, titulado "Correrias" de telegrafista(s) (I).

  • Examen de oposición y aprobado: Noviembre de 1963.
  • Ingreso y toma de posesión: 20 de abril de 1964. -- Viaje León – Bilbao, 10 horas en el tren de FEVE a través de la cordillera cantábrica: Matallana de Torío, La Vecilla, Boñar, Cistierna, Puente Almuhey, Guardo, Aguilar de Campoo, Mataporquera, Villasana de Mena, Balmaseda y Bilbao. -- Fiesta aniversario creación primera oficina telegráfica de España.

Oposición e ingreso

Es fácil recordar la fecha de mi examen de acceso a la Escala de Auxiliares de Telecomunicación: 22 de noviembre de 1963. Ese día, para mí esa noche, fue asesinado en Dallas John F. Kennedy, entonces presidente de Estados Unidos. No es que yo estuviese pendiente de la impactante noticia. Ese día me examiné para el ingreso en Telégrafos.

 

Los compañeros de León estábamos contentos y fuimos a conocer un poco la noche de Valladolid, ciudad en la que nos examinamos. Lo pasamos bien por la calle Santiago y aledaños. Nos pareció tan importante la noticia que decidimos transmitírsela a las compañeras de León que nos habían acompañado en el examen, pero -más responsables ellas- se fueron a dormir a hora más recomendable.

Así que llegados al hostal donde nos habíamos alojado, con más alboroto del debido, llamamos a la puerta de las chicas y transmitimos la noticia del terrible magnicidio a Amelia, Paquita y Mari Carmen Tornero.

Mi pretensión era seguir con el bachiller, pero con cinco hijos que criar, en casa de mis padres era más urgente conseguir trabajo remunerado que soñar con ser ingeniero o médico o lo que fuera.

Pese a que fue una fecha negativamente marcada mundialmente, a los que hicimos aquel examen nos fue bien y aprobamos.

A finales de diciembre del 63 o en enero del 64 (aprovecho para pedir disculpas a los kdos compañeros que tengan la paciencia de leer estos pequeños relatos, por los lapsus de memoria que se producirán con más frecuencia de la que me gustaría),nos comunicaron oficialmente el aprobado.

A los pocos días de comunicársenos el aprobado me encontré con nuestro apreciado amigo y compañero Helí, que me había dado clases para prepararme en la oposición, y me dijo: “Puedes estar tranquilo. Vas a tener trabajo asegurado y no tendrás problemas para mantenerte”. Acertó en la segunda parte del aserto: en Telégrafos trabajé hasta jubilarme y estrecheces económicas agobiantes nunca tuve. Pero en lo de la tranquilidad los dos andábamos desencaminados, pues también creí que era un puesto de trabajo para vegetar. Pero como espero poder demostrar en algún que otro relato que pienso hacer llegar a través de nuestra revista “Telegrafistas”, de tranquilidad, poca.

TOMA DE POSESIÓN. El viaje

Para llegar a Bilbao hice el viaje en el tren de vía estrecha, conocido en León como “Tren Burra”, como ya habréis adivinado debía el apodo a su temeraria velocidad. A su apodo se debe que el viaje, de unos 400 kms, se alargara 10 horas, pero os aseguro, queridos, que para un chico de 18 años recién cumplidos, que solamente había tenido ocasión de

ir en excursión escolar a Madrid (lo clásico: Valle de los Caídos, El Escorial, Madrid) y alguna vez en el tren playero de verano a Gijón, fue un viaje espectacular.

Si tuviera la capacidad de persuasión de los grandes literatos, sería feliz si os inoculara la intriga de poder hacer ese viaje y atravesar prácticamente toda la cordillera cantábrica de belleza montañesa única,pasando por las zonas mineras de Matallana de Torío, Cistierna y Sabero, Guardo, los pueblos de ríos que dibujan en la roca caliza de estas montañas, hoces que se piensan infranqueables, en La Vecilla, en Boñar; llegar a Mataporquera donde está el punto que la montaña es vértice de Cantabria, Palencia y Burgos; ver a paso lento, como de mulas, el valle de Villasana de Mena y después adentrarse en Vizcaya por Balmaseda, para que el trenecillo pare, ya muy cansado, en la margen izquierda del Nervión, en Bilbao.

Los que estáis familiarizados con la revista, sabéis que el 22 de abril es la fecha de la creación del Telégrafo en España. El día 20 de abril de 1964, con otros cinco compañeros, tomé posesión de mi plaza ante el Delegado Regional de Centro, el señor Angulo. El día del aniversario, era tradición en el Centro de Bilbao organizar una comida de hermandad a la que asistíamos casi toda la plantilla libre de servicio. Se hacía una gran comida en Archanda y era tradicional el menú de angulas, merluza a la cazuela y chuleta de ternera (ésta debía de ser por si quedábamos con hambre, algo que era lo normal en tiempos de penuria). Yo, por entonces, conocía las angulas de escaparate, y recuerdo que decía muy serio: de esas lombrices no creo que coma yo jamás. Me duró la solemne promesa hasta que en la comida de Archanda vi que todos mis compañeros comían angulas con verdadera ‘gula’. Hice de tripas corazón y las comí sin hacer el menor gesto que hiciera pensar a mis compañeros comensales que las comía como si fuera el niño que come algo que le resulta repugnante. Y no solo las comí sin problemas, sino que más me hubiese valido no probarlas, pues me gustaron más de lo necesario y muchas veces me gasté más allá de lo que podía por darme el homenaje de una ración.

Se me pasó el tiempo haciendo nuevos amigos del trabajo, conociendo una ciudad para mí muy divertida y vital. Teniendo contactos de amistad con trabajadores de los demás sectores industriales y de servicios, disfrutando de las cenas de amigos y compañeros los sábados por las Siete Calles o La Ribera de Bilbao, donde daba gusto oír cómo por

las puertas y ventanales de restaurantes se oían los cantares marineros y de habaneras, bien entonados por las cuadrillas que cenaban.