Artículo escrito por Carlos Sánchez, de Cádiz y completado con Wikipedia.

Actualmente se le recuerda por ser el inventor de un sistema de telégrafo óptico que presentó en Cuba a una comisión de la Marina en 1829, lo que le permitió reincorporarse con su antiguo grado de teniente de navío.

Gaditano de nacimiento (en 1796), hijo del capitán de fragata Antonio de Lerena Barreda, natural de Revilla de Camargo en Santander, y de Maria Dolores Barry Ximénez Pérez, natural de Cádiz con ascendencia irlandesa, Juan José de Lerena y Barry fue un personaje injustamente olvidado en la historia de las telecomunicaciones españolas. Desde su recuperación por el imprescindible libro de Sebastián Olivé (“Historia de la telegrafía óptica en España”), hasta la reciente biografía de Gilles Multigner (“Lerena, ese ignorado pionero de las telecomunicaciones”), este inquieto gaditano ha merecido últimamente la atención de muchos expertos, al ser uno de los pioneros de esta telegrafía óptica, anterior a la de Morse.

Juan José de Lerena, descendiente de marinos, se dedicó también a la carrera militar ingresando en 1809 en la Escuela naval de la Isla de León. A los 14 años ya combatía en el apostadero de Gallineras frente a los franceses en 1810. Realizó numerosos viajes entre España y América, participando en la escuadra que transportó la expedición militar del general Pablo Morillo a Costa Firme (Venezuela) en 1817, a las órdenes del Brigadier Pascual Enrile. Participó en la defensa de Guayaquil y estuvo en el Perú como ayudante del virrey Joaquín de la Pezuela, con el que regresó a España en 1821, acompañando al destituido virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela, y en 1823 participó en la defensa de Cádiz frente a las tropas francesas del Duque de Angulema. Todos sus méritos como marino durante tantos años fueron suprimidos al tener que marcharse, como exiliado político, a Nueva York.


Su estancia en Estados Unidos le obligó a emprender una nueva etapa como escritor: primero como redactor de uno de los primeros periódicos en español que aparecieron en Nueva York (“El Redactor”) y como profesor de español, con uno de los primeros métodos de enseñanza para angloparlantes (“Spanish telegraph…”).

De vuelta a España patentó un telégrafo óptico, de día y de noche, cuya utilización ofreció a la Marina en 1829 en el navío Soberano (en Cuba). En 1830 inició sus pruebas en la Corte madrileña y en 1831 organizó la Línea telegráfica entre Madrid y el Real Sitio de Aranjuez. En 1832 montó una segunda Línea de telégrafos ópticos entre Madrid y San Ildefonso. En años posteriores fue ampliando las líneas e intentó sin éxito la Línea Madrid-Burgos que quedó incompleta debido a la primera guerra carlista. En 1836 los telégrafos de los Reales Sitios que dirigía Lerena dejaron de funcionar y fueron desmantelados en 1838.

Comandante del bergantín Nervión y comisario regio para la isla de Fernando Poo, en 1843 proclamó la soberanía española de dicha isla, cambiando nombres ingleses por españoles y organizando la vida administrativa de la ciudad. Prosiguiendo su labor de reconocimiento y explotación de las demás islas del Golfo de Guinea, anexionó Corisco a la Corona de España a petición de su rey indígena, colonizando además una zona del continente desde la desembocadura del río Benito hasta el Cabo de Santa Clara (Guinea continental). Tomó también posesión de las islas Elobeyas y de la isla de Annobon, pasada la línea del ecuador. A su regreso a España, en un viaje lleno de penalidades, rindió un completo informe al secretario de Despacho de Estado, que motivó la organización de una segunda expedición más amplia que debía ser dirigida también por él, pero que frustraron acontecimientos políticos. Como marino, diplomático y colonizador, la figura de Llerena ocupa un lugar muy destacado en la historia de la colonización española del Golfo de Guinea.

Quebrantada su salud, se retiró a Chicana, donde inició un proyecto también fracasado de un canal navegable entre la Bahía de Cádiz y Chicana. El brigadier Juan José de Llerena falleció en Madrid en 1866 (según consta en su hoja de servicio como marino), estando en posesión de las Encomiendas de Isabel la Católica y Carlos III.