…. ¿y me lo preguntas tu?...


                            TRES POEMAS 

 

 

 

Nuestro asociado, compañero y amigo, Enrique Reyero,nos ofrece una muestra poética; expresiva de su introspección en el menudeo desapercibido de nuestro entorno.

 

Agradecemos su colaboración.

 

 

 

 

En el diván te estiras

a mi gato

 

 

 

En el diván te estiras como un arco de gozo

y cuando te acompaño en el sedoso despertar

ruges como una cueva honda

que para sí reclama el aullido del viento.

 

Ahí yaces,

ignorante asemejas del dolor del hombre

y sus avatares continuos en la nieve;

ancho cielo vislumbras y ancho es el sofá

donde tus sueños se tejen cada tarde.

 

Por ti pasaron ya los siglos,

los milenios

en que nos deshacemos los humanos para

[hacernos más grandes

sin alcanzar no obstante el reposo grave bajo

el dorado sol que se despeina a la mañana.

 

Ilustrado resuelves la ecuación de las noches

que no han tenido luna,

el múltiple sigilo de las estrellas zodiacales,

el conflicto continuo de la llama y el leño,

de la brasa prendida y la ceniza,

 

y tu calma me ofrece la ancha sabiduría que

[se alumbra de tiempo,

 

que yo no tengo, no, que yo no tengo.

 

 

 

 

Enrique Reyero

 

 

 

Puedes romper sin miedo el agua

 

Puedes romper sin miedo el agua,

Con remos o con quillas verdes

Afiladas

 

El mar restaura pronto su lisura

Y su melena de nieve

De nuevo se azulea con el cielo

 

No así el campo de espigas,

Pues la cebada sufre de desamor.

 

 

Enrique Reyero

 

 

 

Cuando viajamos

 

Al andar nos huimos,

O, tal vez, nos buscamos,

Nos deshojamos,

Igual que la cebolla

Hasta encontrar el leve corazón…

 

Huidas y regresos incontables,

Como el agua acogida con las manos,

Que apenas prisionera

Se fuga

Entre los dedos desolados…

 

Cuando viajamos,

Como cáliz mortal,

Nos bebemos a nosotros mismos

En calabaza de peregrino ciego,

Humedecida de vientos salmodiados y

Errabundos…

 

Cuando viajamos,

El tumulto entusiasta de la mente

Anega de aventura el alma temblorosa,

Y el cuerpo macerado desconoce

Las hambres

Y apenas si se ocupa de los pies

[ulcerados…

 

Cuando viajamos…

 

 

Enrique Reyero

WM/JJ